Actualmente, la mayoría de los sectores industriales utilizan, en mayor o menor medida, chips en sus procesos de producción. Esta generalización del uso de este tipo de componentes, ya desde antes de la pandemia, ha generado un significativo incremento de su demanda.
Durante el confinamiento provocado por la COVID-19 se produjo un cambio de hábitos en la población tras verse obligada a pasar más tiempo en casa. Esto llevó a un significativo incremento de la demanda de aparatos electrónicos, que a su vez ha desencadenado en una escasez mundial de chips o semiconductores. Este hecho ha llevado a muchas compañías a acometer parones y reajustes de su producción, sobre todo los fabricantes de vehículos.
Los parones en las plantas de producción de los fabricantes de automóviles durante los peores meses de la pandemia, sumados al hecho de que los chips que se instalan en los coches utilizan tecnología más antigua y por tanto menos rentable para los fabricantes de componentes, ha provocado que para estos proveedores de chips los fabricantes de automóviles ya no sean una prioridad, sino que ahora priorizan su servicio a fabricantes de otras industrias con un mayor nivel de demanda y mejor retorno financiero. Por todo ello, las marcas fabricantes se están encontrando con serios problemas de abastecimiento en sus cadenas de producción.
¿Cuándo se puede esperar una normalización del suministro?
Todos los expertos del sector apuntan en señalar una normalización del mercado a finales de este año, aunque son ya muchos los que consideran que la situación se va a prolongar y el problema actual no se solventará hasta finales de 2022 / comienzos del 2023.
Esta situación está llevando a muchos fabricantes a tener que modificar sus políticas comerciales, alterando algunas de las características de su gama de modelos e incluso teniendo que llegar a cambiar sus modelos de producción.
¿Qué movimiento podemos esperar en el mercado en el corto y medio plazo?
Los volúmenes de unidades en Stock de algunas marcas se encuentran bajo mínimos. España es un mercado que habitualmente trabaja con volúmenes de stock altos y la mayor parte de unidades vendidas se nutren de este colectivo de vehículos.
Esta nueva situación está llevando a las marcas a replantear sus políticas promocionales de varias formas: disminuyendo sus niveles de descuento en los vehículos de stock, eliminado determinados equipamientos que potencialmente pueden retrasar la entrega de los coches, y reubicando dichos incentivos en vehículos BTO (“build to order”, los pedidos a fábrica) con el objetivo de poder garantizar una demanda en el medio plazo.
Según los datos observados en junio de 2021 a través del Shopper de promoCAR, basados en simulaciones de compra de vehículos nuevos (BTO), los plazos medios de entrega de vehículos nuevos en España se han visto incrementados significativamente: la media de días de espera en abril 2021 era de 81 días, mientras que mayo ya subió a 93, situándose para el mes de Junio 2021 en 113 días.
Si nos fijamos en el conjunto de los países del EU5 (España, Italia, Francia, Alemania y Reino Unido), la situación es muy similar, habiendo sufrido un incremento en el número de días de espera medios desde Abril (91 días) a junio de 2021 (113 días; +28 días desde abril 2021).
Fuente: Shopper promoCAR de Kantar
Fuente: Shopper promoCAR de Kantar
Pero el mercado español no sólo se enfrenta a una falta de oferta de vehículo nuevo. A esta situación hemos de sumar la baja oferta de VO joven (aquel vehículo usado con 1 o 2 años de antigüedad) provocada, entre otros factores, por el impacto de la pandemia sobre las matriculaciones de las empresas ‘Rent a Car’, que registran una caída del -59,7%:
La caída del turismo en 2020 y las malas previsiones para el 2021 son los dos principales factores que han generado esta caída importante en el número de matriculaciones de las empresas alquiladoras de vehículos en España (una de las principales fuentes de abastecimiento del mercado de VO joven en España).
Fuente: Expansión
¿Qué podemos esperar para los próximos meses?
Es previsible que la inestabilidad del sector del automóvil continúe y se acreciente. A la ausencia de chips en las cadenas de producción, se están empezando a sumar otros problemas como la escasez de plásticos, la falta de contenedores para el transporte marítimo y los precios al alza de las materias primas.
Así pues, el sector del automóvil deberá hacer frente durante los próximos meses y años a múltiples desafíos:
- El tecnológico: con la electrificación de sus gamas de modelos, y adecuación de la oferta a los nuevos requerimientos de la demanda en materia de conectividad y conducción autónoma.
- El productivo: rediseñando sus cadenas de producción para tratar de evitar posibles crisis de componentes en las cadenas de producción.
- El comercial: el cambio de paradigma en los modelos de compra que suponen el auge de las fórmulas de financiación flexibles y uso por suscripción.