Aunque los latinos hayan lidiado con la inflación muchas veces en los últimos años, en mayor o menor medida, ella deja su marca en los hábitos de compra. Actualmente, los precios de los bienes de consumo masivo han aumentado un 30% en promedio con respecto a hace dos años.
Otro hecho es que la pandemia ha conllevado a un alto nivel de desempleo, afectando a 25 millones de latinoamericanos. Aunque ahora veamos una retomada, los ingresos se han reducido debido al aumento de la economía informal – un segmento que paga 25% que lo formal.
Con la pérdida del poder de compra, la nueva realidad del consumo supone la priorización de los gastos, especialmente a través del aumento de número de canales visitados, y un descenso del consumo fuera de casa. Se nota un aumento de la Frecuencia, pero se sacrifica el Volumen para cubrir los gastos más altos de los productos.
En este contexto retador, sólo un tercio de todas las marcas de FMCG tienen un nivel de consumo consistentemente más alto. Sin embargo, hay oportunidades para las marcas que inviertan en sus diferenciales y se comuniquen de forma efectiva. Después de todo, si ya se paga más por lo que se consumía tradicionalmente, alcanzar una marca Premium ya no es una posibilidad tan distante para el shopper.
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